Aunque molestas, las revisiones médicas permiten alargar la vida y bienestar del perro. Gracias a las atenciones del veterinario, es posible diagnosticar a tiempo algunas de las enfermedades más frecuentes en cánidos, como la gastroenteritis, la pancreatitis o la bronquitis crónica. Por tanto, uno de los mejores consejos cuidado perro es someterlo a chequeos veterinarios con una regularidad de seis a doce meses, dependiendo de la edad y estado fisiológico del cánido.
Subestimar los chequeos veterinarios puede salir caro para el propietario y su mascota. En primer lugar, se expone a que la cartilla de vacunación del perro quede desactualizada. En el caso del moquillo, por ejemplo, el animal recibe la vacuna del virus del moquillo hacia la sexta semana de vida, pero polivalentes de refuerzo no se administran hasta los dos o tres meses. No basta con asistir a la clínica veterinaria una vez al año, al menos durante las primeras etapas de crecimiento del perro.
Determinadas enfermedades son de lento desarrollo y, si se las detecta a tiempo, se las puede tratar eficazmente. De esta prevención sólo pueden beneficiarse los dueños responsables que llevan a su perro al veterinario con suficiente regularidad.
Más por desconocimiento que por negligencia, el propietario de la mascota puede ofrecerle una dieta inadecuada para su edad, peso, tamaño, etcétera. Acudiendo al veterinario con una cierta constante, este desliz es fácil de enmendar y no tendrá asimismo mayores consecuencias en la salud canina. Sin embargo, persistir en el error durante años repercutirá negativamente en el animal.
Los parásitos externos permanecen a la vista y pueden ser tratados con champús y aceites especiales para cánidos. Sin embargo, los Áscaris, Tricurideos y otros parásitos internos exigen la adopción de medidas contundentes, como la ingesta de medicamentos antiparasitarios en comprimidos u otros formatos, que deben ser recetados por profesionales veterinarios.