Quién nos iba a decir que la terraza nos salvaría la temporada. Siempre fui un poco receloso con colocar terrazas en mis dos restaurantes. Tal y como ofrecemos nuestro servicio se entiende mejor desde dentro. Apostamos por un tipo de comida pausada, elegante y sobria. Por eso nunca consideré que la terraza se adaptaría bien a mi negocio. Pero llegó la pandemia y nos los complicó todo. Al principio cerramos y nos centramos en ofrecer nuestro servicio a domicilio. No fue mal, pero necesitábamos algo más.

Y cuando se permitió el servicio en terrazas tuvimos que pensarlo. Finalmente fue mi socio el que me convenció. Me dijo que probáramos primero en uno de los dos restaurantes para ver qué tal funcionaba. Ofreceríamos una carta más reducida de platos más ligeros, adaptada al nuevo contexto. Mi socio se encargó de toda la parte estética, contratando mobiliario de ezpeleta terrazas de los que habíamos visto parte de su trabajo y nos gustaba.

Y el éxito de este experimento me llevó a tener que abrir una terraza también en el primer restaurante. Todo ello fue para mí como un baño de humildad. Cuando uno tiene cierto éxito en un negocio cree que lo sabe todo y que nunca se va a equivocar, pero no es así. Me cerré en banda a las terrazas un poco por no querer hacer lo que todo el mundo hacía, por marcar la diferencia, pero era evidente que estábamos en una situación excepcional que, como se suele decir, requiere medidas excepcionales. 

Cuando ya, por fin, pudimos servir en el interior el restaurante, decidimos mantener abiertas las terrazas, aunque reduciendo un poco el número de mesas. Para ello, volvimos a confiar en ezpeleta terrazas que nos ofrecieron unas mesas y sillas, además de separadores siguiendo la estética del restaurante. Ya puestos a habilitar terrazas, que éstas representasen el concepto de nuestros restaurantes. Y, de momento, así vamos a seguir. No sabemos muy bien qué pasará en los próximos meses, pero debo decir que lo más probable es que las terrazas hayan llegado para quedarse.

por paco