Aunque carezca del tirón gastronómico de la ostra o la almeja, el mejillón mediterráneo (Mytilus galloprovincialis) es uno de los alimentos más importante en Galicia. El tiempo no ha pasado factura para las bateas de mejillones, auténticos viveros de estos moluscos que forman parte del paisaje de rías como la de Vigo, Pontevedra y Arousa.
Para contemplar estas construcciones —incluso bajo el agua en experiencias de submarinismo—, los viajeros deben dirigir sus pasos hacia el extremo sur de Pontevedra. Aquí se encuentra la ría de Vigo, parada obligada para todos aquellos que siguen la ‘Ruta del Mejillón’.
Sus bateas o mejilloneras fondean en los polígonos dedicados a este cultivo, visibles en el interior de esta ría. Las compañías navieras comienzan su recorrido en el puerto náutico de Vigo y recorren de cerca estas construcciones, que consisten en una embarcación o plataforma plana, de la que parten una serie de cuerdas donde están adheridos estos moluscos bivalvos.
Otra de las mejores rías para presenciar estos cultivos flotantes es la de Pontevedra, que discurre entre la Punta de Cabicastro y la Punta Centoleira. Sus treinta kilómetros de extensión son el hogar de numerosas bateas que configuran el paisaje y aportan un atractivo especial a sus actividades de esnórquel y submarinismo.
La mayoría de las navieras que realizan esta ruta, parten de los puertos marítimos de Combarro o Sanxenxo y ponen rumbo a villas como Bueu, Raxó o la isla de Tambo. Además, a los turistas se les ofrece la oportunidad de degustar platillos basados en estos mejillones, un bocado exquisito para todos los paladares.
La ría de Arousa, por último, concentra la mayor parte de la producción de este molusco en el territorio gallego. Se estima que siete de cada diez bateas de esta CC.AA se ubican en esta ría, situada entre Catoira, el río Ulla y la isla a la que debe su nombre.