Para mí la originalidad es un concepto decisivo en todos los ámbitos, desde la moda, a la decoración, incluso a las relaciones sociales… pero eso es más difícil de explicar. De momento, nos quedamos con la moda y con la decoración. Cualquiera que entre en mi casa lo notará rápido: esta casa no es como las demás. Pero lo curioso es que pocos de los que vienen a mi casa dan con un nombre para mi estilo: clásico, moderno, vintage, kitsch… No saben qué decir.
Aunque me guste la armonía, yo no busco un estilo concreto. Por eso algunas personas pueden ver un poco de desconexión en mi casa. Porque al lado de un cuadro abstracto soy capaz de poner visillo y cortina en la misma barra para decorar una ventana. ¡Visillo!, dicen algunas de mis amigas. ¿Y por qué no?, respondo yo.
Es cierto que hay determinados materiales que han perdido un poco su atractivo con el paso de los años y se asocian a algo viejo. Pero es precisamente ahí donde a mí me gusta provocar un poco. Porque el concepto de la moda es para mí uno de los más nocivos que existen y que termina por cercenar la personalidad de las personas. Por suerte, o al menos yo así lo veo en los chicos últimamente, parece que la moda en muchos aspectos es que cada uno vaya a su manera.
Es cierto que veo que muchos de ellos copian el estilo urbano americano, pero veo mucho más eclecticismo que cuando yo era joven. Otra cosa es la manera de comportarse, en ese aspecto hay mucho menos personalidad, pero eso también es otra historia.
Y a mí me gusta mucho el eclecticismo y la originalidad. Admito que en ocasiones me paso y con tal de llevar la contraria a veces soy capaz de juntar cosas muy raras y que no quedan bien. Pero desde luego tampoco soy perfecta y, desde luego, tampoco, poner visillo y cortina en la misma barra es algo tan poco común. ¡A mí me encanta y lo voy a seguir haciendo!