Cuando empiezas a ir a la Universidad siempre es una experiencia diferente, tanto si se trata de ir a otra ciudad a vivir como si no te vas a trasladar en absoluto. El ritmo de vida es muy diferente y se entra en una etapa en la que hay que realizar todo tipo de proyectos y trabajos con los compañeros, acudir a las bibliotecas hasta muy entrada la tarde o incluso desplazarse para acudir a cursos en otras localidades.
Cuando se vive en la misma ciudad ir a clase cada día en transporte público es fácil y barato, pero cuando ya se vive lejos la cosa cambia y es el momento de hacer cuentas. ¿Vale la pena desplazarse cada día cincuenta o sesenta kilómetros en coche a la ida y otro tanto a la vuelta o alquilar un apartamento compartido?
En la mayoría de los casos, dado los precios de los pisos de estudiantes en áreas universitarias, vale la pena el desplazamiento. Pero aquí el servicio público ya no es tan efectivo porque limita a poder ir y volver en horas determinadas, haciendo más complicado quedar para realizar trabajos o poder tener disponibilidad para otras actividades.
Comprar un coche de segunda mano suele ser una buena alternativa, además de suponer un buen incentivo para el estudiante. Como además puede combinarlo con el transporte público según lo que vaya a necesitar cada día, la economía será máxima. El coche propio es también la única solución en pueblos en los que no hay buena combinación de transporte público.
El coche, además, se puede compartir con otros estudiantes que hacen la misma ruta pagando a medias los gastos. Esto se puede organizar tanto a entre amigos como mediante plataformas para compartir los desplazamientos.
Normalmente, la distribución de los gastos se hace de tal modo que quién pone el vehículo no pague la gasolina ni la autopista o al menos pague una cantidad inferior al resto, ya que estará cargando con el gasto del coche, el seguro y el mantenimiento del vehículo. Esto, a no ser que cada semana ponga el coche una persona diferente, en cuyo caso todos los gastos irán a medias.
Una manera cómoda de ir a clase cada día y no tener que estar cumpliendo unos horarios estrictos como los que marca el autobús o el tren, que por desgracia no ofrecen un excelente servicio en los pueblos más pequeños o en las zonas en las que hay menos usuarios.