Porque el centro de las ciudades es imposible. Encontrar aparcamiento centro Alicante y otras ciudades es una tarea casi imposible. Imposible realmente en aquellos lugares en los que ya no es posible entrar en determinados vehículos o con ninguno en general a no ser que se sea residente. Por eso, lo más cómodo es aparcar de pago y desplazarse caminando al lugar al que se quiere ir. Dado que estos espacios suelen estar rodeados de parkings, solo hay que elegir el que mejor quede o el que ofrezca unas ofertas más atractivas. No hay que olvidar que los parkings low cost también existen y que sus precios son altamente competitivos.
Porque aparcar en la calle es un riesgo. Te pueden robar el coche, te pueden dar un golpe, o rozarlo al pasar otro vehículo demasiado cerca. Y ahora, con los patinetes, todavía es más fácil que te lo rocen al tratar de separarse de los coches o al meterse para la acera. Además, los propios peatones pasan a veces con paquetes, sillitas y otros objetos y no se dan cuenta de que golpean los vehículos aparcados. En un parking, especialmente si es uno de calidad con cámaras, se harán responsables de estos daños y no tendrás que preocuparte.
Porque siempre vas a saber dónde está tu coche. Aparcar en una ciudad que no conoces y hacerlo en la calle puede ser un problema. Porque igual crees que tienes claro en dónde has dejado el coche, pero luego no es así y hay calles que se parecen. En un parking solo tienes que conservar la tarjeta para abonar el parking y en ella ya te va a figurar el nombre del establecimiento, con lo que será muy sencillo saber en dónde has dejado tu coche.
Porque lo que te gastas en aparcar, te lo ahorras en gasolina. Sobre todo cuando se trata de ir a hacer unos recados. Tenemos ese concepto de no querer meter el coche en un parking de pago porque es caro, pero luego no pensamos en lo que gastamos dando vueltas para poder aparcar, en ocasiones abonando también la zona azul y por último dando vueltas para salir de una zona plagada de coches a la hora de marcharnos. El ahorro no es tal, solo es una sensación que, si la razonamos, sabremos que es falsa.