Dicen que una vez empiezas a usar las aplicaciones para vender cosas en el mercado de segunda mano, te enganchas. Y yo soy una buena prueba de ello. Tenía bajadas algunas apps desde hacía mucho pero no las usaba por falta de tiempo. Solo alguna vez había comprado alguna cosa muy necesaria o algún caprichito de esos que solo se encuentran en el mercado de segunda mano.
Pero un buen día me quedé mirando el armario y el trastero de mi casa y en vez de ver trastes, vi dinero, como esos programas de la tele en la que varias personas pujan por un trastero con tan solo verlo desde fuera. Con el mío no te haces millonario, pero algo sacas. Y bien que lo estaba comprobando.
Porque tengo un poco de todo y sobre todo cosas apenas sin usar que es lo que mejor se vende. Puedo poner de ejemplo unas botas que compré para un viaje que hicimos a Islandia. Teníamos pánico al frío de este país porque habíamos leído algunas crónicas de viajeros que ponían mucho énfasis en el frío. Y el calzado era fundamental porque se trata de caminos complicados, a menudo con hielo, y en los que suele llover fuerte. Y así me compré unas botas chulísimas y buenísimas… que solo puse una semana en mi vida.
Para venderlos solo tenía que encontrar cordones de zapatos adecuados para estas botas porque tras almacenarlas, un cordón se había deshilachado. Era lo único que tenía que cambiar para que quedaran prácticamente como nuevas. Pero no fue fácil ya que se trataba de un modelo muy singular de una marca muy conocida. Pero finalmente encontré los cordones justamente usando una de esas apps de segunda mano.
Cuando puse los cordones de zapatos a las botas quedaron como nuevas. Le saqué una buena foto (la calidad de las fotos son media venta) y me llovieron ofertas. Desde aquel día me di cuenta de lo entretenido y rentable que es vender cosas de segunda mano. Y además estás contribuyendo a generar menos residuos, que tampoco está nada mal.