Desde que Oklahoma City (EE.UU) instalara el primer parquímetro en los años treinta, estos dispositivos se han multiplicado hasta transformar el paisaje urbano. Para muestra, los más de cuatro mil parquímetros activos que regulan el estacionamiento en las calles y parking Madrid. Como no podía ser de otra manera, su tecnología también ha evolucionado en el último siglo, y los pagos en moneda han dejado paso a los efectuados a través del móvil.
Las transferencias con teléfono móvil, o simplemente pagos móviles, han sido posibles gracias a la aparición de los e-wallets o monederos electrónicos, que actúan como un apéndice de las tarjetas de crédito. Al abonar el tique de aparcamiento, esta aplicación carga el gasto en la tarjeta del usuario, con una pequeña comisión por transacción.
Los pagos móviles agilizan la gestión de parquímetros. Para el conductor con prisas, lidiar con dinero en efectivo, perdiendo un tiempo valioso en busca de la cantidad exacta, es una gran molestia. Además, el riesgo de recibir una multa por exceder el tiempo en el parking desaparece con el uso de esta tecnología, que alerta al conductor antes del vencimiento de su tique.
Olvidar las tarjetas o carecer de efectivo al completar el pago en el parquímetro no supone un problema real. Los conductores en posesión de su smartphone pueden satisfacer esta obligación sin utilizar los métodos tradicionales, ni estar físicamente en contacto con el parquímetro.
Aunque los ciberataques estén a la orden del día, los pagos móviles son seguros gracias a la encriptación del proceso. Cada vez que el usuario abona el parquímetro, el intercambio de datos emplea tecnología NFC (Near Field Communication) para salvaguardar su información personal.
A la practicidad y confort del pago móvil, debe añadirse su impacto medioambiental positivo, al prescindirse del tique impreso y combatir la deforestación.